miércoles, 6 de mayo de 2015

DE LAS ESTRATEGIAS DE MERCADO: DE LA OFERTA Y LA DEMANDA

La mayoría de las veces,  el iniciar un proyecto empresarial requiere de procesos de información e investigación, pero no sólo a su inicio, ya que para complementar e incluso hasta para mantener un proyecto que ya funciona, es necesario utilizar investigaciones de mercado, ya sea para mejorar el producto o servicios que estamos comercializando o para innovar algo nuevo, y es que resulta necesario seguir planeando y perfeccionando el proyecto… lo anterior en base a la constante permanente de cambio que tiene el mercado.


Es por ello, que la importancia de identificar en qué momento un producto o servicio está en una etapa de declinación y ya no satisface la necesidad del consumidor es fundamental, ya que de no anticiparse, existe el riesgo hasta de quedarse con la mercancía; y es que entonces,  la información que arroja la investigación de mercado, permitirá actualizar el plan de mercadotecnia del producto o servicio y así decidir las estrategias de cambio y hasta posiblemente la renovación por completo del objetivo del proyecto.


Pero, ¿qué es el mercado? ¿En dónde lo ubicamos o cómo lo ubicamos? Pues bien, el mercado es el lugar donde se efectúan transacciones mercantiles, es decir, donde se lleva a cabo la oferta y la demanda, estableciendo una relación de intercambio entre las fuerzas económicas de los vendedores o prestadores de servicios y los compradores o usuarios, teniendo repercusión local, nacional o internacional.


Ahí, en el mercado, encontramos una cantidad de productos o servicios que se ofrecen en un tiempo y precio determinado, dando pie a la “oferta”, en donde cada uno de los productos o servicios otorgan distintas posibilidades para satisfacer necesidades de los consumidores.


También en la oferta existen diversos tipos: tenemos la oferta competitiva o de libre mercado en donde su participación en el mercado se va a determinar por la calidad, el precio y el servicio que ofrecen al consumidor. Y por el contrario cuando un solo producto o unos cuantos imponen calidad, precio y cantidad en el mercado, entonces estamos frente a una oferta monopólica.


Así mismo, para que haya una oferta, a la vez tiene que haber una necesidad o deseo de adquirir una mercancía o servicio, es decir, una “demanda” de disponer de dicha mercancía o servicio en un tiempo y plazo determinado. 


Para que la fabricación de un producto o prestación de un servicio sea viable en su proceso de venta, se requiere de realizar un análisis de la demanda, de un estudio dirigido a calcular, con la mayor precisión posible, las cantidades reales y potenciales de consumo de un bien o servicio. Desde luego, se parte de identificar grupos sociales, niveles de consumo, lugares o regiones geográficas que pueden disponer de recursos para adquirir dicho producto; ya que a partir del conocimiento de los consumidores y de ubicar el área de influencia, se obtendrán y procesarán datos que permitan calcular la proyección del producto o servicio; siendo necesario recurrir a información estadística poblacional como el consumo del producto por persona, familia, la población por municipios y localidades, grupos de edad, niveles de ingreso, actividades económicas, número de familias, distribución de ingresos, empleo, subempleo y desocupación.


 Ahora analicemos al protagonista principal de una estrategia de mercado: el consumidor, de quien será necesario conocer las circunstancias que lo rodean y las variables que influirán su comportamiento en el mediano y largo plazo, los factores sociales y los psicológicos como el estilo de vida, personalidad, aspiraciones, etc. La clave es pensar como el consumidor y para lograrlo, ponerse, por así decirlo, en sus zapatos, pues ellos son la razón de un proyecto empresarial; los consumidores son la clave del éxito y deben estar convencidos de lo que están consumiendo.  Es importante la posición de la empresa en el mercado, pero sobre todo, lo que importa para la decisión de compra es el posicionamiento que tiene un producto o servicio en la mente de los consumidores y para eso, hay que conocerlos bien y hacerles su traje a la medida, es decir, diseñar el producto a su gusto y posibilidades.



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